El Día de Muertos es una tradición en México y por eso hoy te presentamos cuentos cortos para niños, para poder leer en esta fecha.
El Día de Muertos es una tradición celebrada el 1 y 2 de noviembre, fechas en las que se honra la memoria de los difuntos. Según la creencia, los fallecidos regresan a su casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia de los alimentos que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
Cabe destacar que, en esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido.
En ese sentido, este día es de suma importancia en la cultura de varios países y es por ello que algunos niños suelen tener actividades, que van desde dibujar a leer cuentos, los cuales narran las diferentes historias de esta fecha.
Muchos de estos cuentos los puedes encontrar en un documento PDF, pero estos los puedes compartir con tus contactos de manera inmediata, pero si decides los puedes agregar a un Word y luego convertir.
Cuentos de Día de Muertos para niños
Aquí tienes diez cuentos para niños sobre el Día de los Muertos, con una descripción de la tradición incluida en cada historia. Los primeros cinco cuentos son cortos, mientras que los últimos cinco son más largos.
CUENTOS CORTOS
La Calaverita Alegre
En un pequeño pueblo, la calaverita Cata esperaba con ansias el Día de los Muertos. Cada 1 y 2 de noviembre, Cata bailaba entre las flores de cempasúchil mientras los niños dejaban ofrendas para sus seres queridos. Cata les enseñaba que el Día de los Muertos no era para tener miedo, sino para recordar a quienes ya no estaban, con alegría y amor.
La Ofrenda de Sol y Luna
Sol y Luna eran dos hermanos que preparaban la ofrenda para su abuelita cada año. Pusieron su comida favorita, velas y fotos bonitas. Una noche, vieron cómo las mariposas monarca llegaban volando, como si fueran mensajeras del espíritu de su abuelita, recordándoles que ella siempre estaría cerca.
El Pan de Muerto de Tomás
Tomás y su mamá horneaban un delicioso pan de muerto para la ofrenda de su abuelo. Cuando lo colocaron en el altar, Tomás preguntó por qué era tan especial. Su mamá le explicó que el pan representaba el amor y la dulzura de los recuerdos que el abuelo les dejó. Tomás sonrió, entendiendo que cada mordisco era como una caricia de su abuelo desde el cielo.
Las Mariposas Viajera
Cada Día de los Muertos, Alicia veía mariposas naranjas en el jardín. Su abuelita le había contado que esas mariposas traían los espíritus de los ancestros que volvían para visitarlos. Alicia les daba la bienvenida con dulces y canciones, sintiéndose acompañada por todos los que la cuidaban desde el más allá.
La Calaca Bailarina
Una calaca con sombrero y vestido de colores, llamada Lola, bajaba a la tierra cada Día de los Muertos. Le encantaba bailar entre los altares, porque las personas le cantaban y le ponían flores hermosas. Lola sabía que, aunque ya no estuviera viva, su recuerdo seguiría alegrando a quienes la conocieron.
Cuentos largos
El Viaje de las Calaveritas
En un pueblo mágico, las calaveritas tenían una misión especial: ayudar a los niños a preparar las ofrendas de sus seres queridos. Este año, Andrés, un niño de ocho años, no sabía cómo hacer su primer altar. Entonces, una calaverita llamada Tito apareció para ayudarlo. Tito le enseñó a poner las fotos de sus abuelos, encender velas para guiar sus almas y colocar sus platos favoritos. A medida que la noche avanzaba, Tito le explicó que el Día de los Muertos era una celebración llena de amor y que las lágrimas no eran necesarias, solo la alegría de recordar.
El Árbol de las Almas
En la cima de una colina, había un árbol especial llamado "El Árbol de las Almas". Cada año, en el Día de los Muertos, las almas de los ancestros descansaban bajo su sombra antes de visitar a sus familias. Diego, un niño curioso, decidió seguir a su abuelo hasta el árbol. Allí, su abuelo le mostró cómo las almas se preparaban para la fiesta. Diego aprendió que las almas regresaban porque el amor de sus familias las guiaba, y que no debían temer, sino celebrar. Al volver a casa, Diego decoró el altar con más alegría que nunca.
El Gato del Altar
Una noche antes del Día de los Muertos, Luna, una niña que adoraba a su gato perdido, decidió hacerle un pequeño altar. Puso su plato favorito, una foto y un juguete. Al día siguiente, cuando la ofrenda estaba lista, un gato muy parecido al suyo apareció en la ventana. Luna supo en su corazón que su amigo había vuelto por un rato, guiado por el aroma del incienso y las flores de cempasúchil. Desde entonces, Luna siempre prepara una ofrenda para recordar a todos los seres, grandes y pequeños, que han pasado por su vida.
El Pueblo de las Flores Naranjas
En el pequeño pueblo de Florinda, las calles se cubrían de pétalos de cempasúchil cada Día de los Muertos. Los habitantes creían que las flores naranjas iluminaban el camino de los espíritus. Una niña llamada Flor visitaba la tumba de su madre con su papá, llevando las flores más bonitas. Una noche, la madre de Flor apareció en sueños para agradecerle por el altar y recordarle que siempre la cuidaría. Flor despertó con una sonrisa, sintiendo el amor de su madre más cerca que nunca.
El Alma del Cempasúchil
En una colina lejana, crecía un campo de cempasúchil dorado. Cada flor tenía un alma dentro, esperando el Día de los Muertos para guiar a los espíritus. Un niño llamado Emiliano vivía cerca del campo y una vez preguntó a su abuela por qué las flores eran tan importantes. Su abuela le contó que las flores nacían de los recuerdos y el amor de los vivos por sus muertos. En la noche de la celebración, Emiliano vio cómo los pétalos brillaban bajo la luna, marcando el camino de regreso de sus ancestros.